En la etapa de la juventud disponemos de energía, idealismo y el deseo de aportar a la mejora del mundo con independencia de nuestras respectivas situaciones sociales.
«La luz de un buen carácter sobrepasa la luz del sol y su resplandor»

La Etapa de la Juventud

Este es un periodo dinámico de la vida, ideal para destinarlo a realizar aportaciones decisivas a nuestras comunidades.

En esta etapa de la vida disponemos de energía, idealismo y el deseo de aportar a la mejora del mundo con independencia de nuestras respectivas situaciones sociales. Podemos aprender a mirar el entorno en el que nos relacionamos con los demás –la familia, el grupo de amistades y colegas, la escuela, el lugar de trabajo, los medios de comunicación, la comunidad– y reconocemos las fuerzas sociales que operan en ellos. Fuerzas tales como el amor hacia la verdad, la sed de conocimiento y la atracción hacia la belleza les impulsan a servir a sus semejantes. Pero existen otras fuerzas, como el materialismo y el egoísmo, que nos desbaratan y distorsionan, hecho que obstaculiza el crecimiento individual y colectivo.

No enfocar la vida como un todo coherente nos puede generar ansiedad y confusión. Mediante actos desprendidos de servicio, no obstante, aprendemos a cultivar una vida en la que estos diversos aspectos se complementan entre sí. De este modo se equilibran los requisitos espirituales y materiales de la existencia, descubriendo que somos capaces de crecer personalmente y de hallar sentido en nuestras vidas.

Un espacio de jóvenes y/o adultos donde se capacitan y se ponen en marcha actos de servicio

Despertar en los prejóvenes su propio potencial, encauzar sus energías y desarrollar sus talentos

La vida familiar es el lugar primario en que se desarrollan los valores