La Fe Bahá’í fue fundada por Bahá’u’lláh en el siglo XIX. Bahá’u’lláh, quien entregó una nueva Revelación de Dios a la humanidad, es el último de la serie de Educadores Divinos que incluye a Moisés, Krishna, Mahoma y Cristo. Bahá’u’lláh nos recuerda antiguas verdades espirituales y trae las enseñanzas sociales necesarias y relevantes para el mundo de hoy. Los bahá’ís también reconocen al Báb como otro educador divinamente inspirado, cuyo propósito era preparar a la humanidad para la llegada de Bahá’u’lláh.
Tanto el Báb como Bahá’u’lláh son considerados por los Bahá’ís como Manifestaciones de Dios, seres perfectos que Dios envía a la humanidad para revelar Su voluntad y propósito. Aunque nunca podemos conocer la esencia de Dios, a través de las Manifestaciones, podemos discernir Sus cualidades y atributos.
Bahá'u'lláh
El educador divino
para esta época
(1817-1892)
Bahá’u’lláh, cuyo título significa la Gloria de Dios, proclamó ser el Prometido anunciado por el Báb y profetizado por todos los Educadores Divinos del pasado.
Bahá’u’lláh nació en 1817 en Teherán, Irán. Desde muy joven, fue reconocido por su extraordinaria sabiduría, compasión, generosidad y compromiso con la justicia. Como hijo de un noble, se le ofreció un puesto de prestigio en la corte del Sha, pero lo rechazó a favor de una vida dedicada a servir a los pobres, los vulnerables y los oprimidos.
A mediados del siglo XIX, Bahá’u’lláh se levantó para proclamar una nueva Revelación de Dios. Los miles de cartas y volúmenes de libros que reveló, delinean un marco para el desarrollo de una civilización global que abarca tanto los aspectos espirituales como materiales de la vida humana.
Estas nuevas enseñanzas se encontraron con la vehemente oposición del clero y la élite gobernante de la época, y Bahá’u’lláh fue encarcelado, torturado y exiliado durante 40 años. A lo largo de todas estas dificultades, continuó proclamando su mensaje de unicidad y unidad mundial.
Durante su encarcelamiento, Bahá’u’lláh escribió a los monarcas y gobernantes de la época. En sus cartas, proclamó el advenimiento de una nueva Revelación Divina y exhortó a los líderes mundiales a defender la justicia, abolir la esclavitud y la opresión, dejar sus armas de guerra y establecer una paz duradera.
Bahá’u’lláh falleció en 1892. Su vida y sus enseñanzas continúan inspirando a millones de personas en todo el mundo para contribuir a mejorar sus vidas individuales y colectivas.
El Báb
El Heraldo de la Fe Bahá'í
(1819-1850)
En 1844, en un momento de colapso moral generalizado en Persia (actualmente Irán), un joven comerciante de Shiraz tomó el título de ‘El Báb’, que significa ‘la Puerta’ en árabe. Llamando a una reforma espiritual y moral, anunció que era el portador de un mensaje destinado a transformar la vida de la humanidad. Como la puerta simbólica entre las eras pasadas de la profecía y una nueva era de cumplimiento para la humanidad, el Báb fundó una religión independiente. Su revolucionario mensaje de renovación espiritual atrajo a decenas de miles de seguidores que se hicieron conocidos como bábís.
Sin embargo, también fue el Heraldo de una nueva Revelación de Dios, con el papel de preparar el camino para la llegada de un nuevo Educador Divino, que marcaría el comienzo de la era de paz y justicia prometida por todas las religiones. Las autoridades religiosas de la época, perturbadas por la agitación que rodeaba el mensaje del Báb, clamaron por su arresto y encarcelamiento. Finalmente fue juzgado y sentenciado a muerte por un pelotón de fusilamiento en la plaza de la ciudad de Tabriz el 9 de julio de 1850. Veinte mil de sus seguidores también fueron asesinados en una serie de brutales masacres en toda Persia.
En 1909, después de más de medio siglo, los restos del Báb finalmente fueron enterrados en Su Santuario en el Monte Carmelo en Tierra Santa, hoy un lugar sagrado de peregrinación para los bahá’ís de todo el mundo.